Luz Rodríguez /Ciencia en Granada Neil Harbisson (Belfast, 1982) pasó de ver el mundo en blanco y negro a escuchar los colores. La tecnología cambió su vida y su forma de percibir y sentir. En 2004 se convirtió, oficialmente, en el primer ciborg del mundo. Gracias a un "ojo cibernético", este británico-irlandés de madre española, es capaz de ver, por ejemplo, la paleta de colores que conforman las Cuatro Estaciones de Vivaldi y escuchar cómo suena un cuadro de Picasso. Harbisson ha estado en Granada con el fin de dar a conocer su experiencia como hombre cibernético y el trabajo que hace su fundación, Ciborg Fundation, en apoyo de aquellas personas que están interesadas en que la tecnología sea una parte más de su cuerpo.
Aunque el color ha estado ausente durante toda su vida, debido a la acromatopsia que padece, ahora todo en él es colorido. Se presenta ante los medios lleno de color, empezando por su abrigo amarillo, su chaqueta naranja y su corbata multicolor que además suena a música electrónica. Comienza explicando cómo se embarcó en esta aventura. Se lanzó porque se sentía excluido, "el color está en todas partes, está presente en muchos elementos cotidiano. Yo me notaba socialmente excluido y por eso decidí extender mis sentidos", explica.
Este "eyeborg" u ojo cibernético ha evolucionado a lo largo de los años. De un ordenador de cinco kilos colgado a la espalda, conectado a una webcam y con un software que transforma los colores en notas diferentes que se escuchan a través de unos auriculares, ha pasado a ser un chip que lleva permanentemente detrás de la cabeza y que presiona el cerebro para que pueda oír el sonido que tiene cada color. Y sigue la evolución. Este año, Harbisson, se someterá a una intervención para implantar este dispositivo dentro del cráneo. Será una antena que tenga una entrada externa y otra interna en el hueso.
Viéndole con ese dispositivo saliendo de su cabeza la pregunta que surge es ¿cómo funciona? ¿Cómo se produce la transformación de los sonidos en colores? Lo explica. Es una transposición literal de frecuencias de color a sonido. 360 diferentes microtonos, de Fa a Fa, de rojo a rojo, para cerrar el círculo cromático. Su forma de percibir su entorno ha cambiado. "El hecho de usar constantemente un software en mi cuerpo ha creado un nuevo sentido para mí y esto lo comencé a sentir cuando empecé a soñar en color. En mis sueños mi cerebro creaba estos sonidos electrónicos que correspondían a diferentes colores. En ese momento me sentí ciborg. Noté como la cibernética y mi cerebro se habían unido y habían creado este nuevo sentido en mi mente, el hecho de percibir el color". El color se ha transformado en un sentido nuevo al que llama sonocromatismo.
Es consciente de la resistencia que existe todavía, actualmente, en la sociedad ante los denominados ciborgs y así lo manifiesta. "El siglo XX ha hecho mucho daño a todo lo que es la unión de humano y tecnología por culpa de las películas, los cómics y la ciencia ficción. La unión de tecnología y humano ahora mismo es tremendamente positiva. Tenemos que empezar a ver la tecnología como algo de creación humana, no como algo extraterrestre, por lo tanto es lógico que empecemos a utilizarla. A un coche le aplicamos un sensor para detectar lo que viene detrás pero no lo aplicamos a nosotros, esto es algo que la gente tiene que ir aceptando cada vez más".
En su condición de ciborg se ha encontrado con algunos problemas sociales, "no me dejaron renovar mi pasaporte británico porque hay una ley que dice que no puedes aparecer con elementos electrónicos en la foto. Les justifiqué que esto no era un elemento electrónico sino que era una parte de mi cuerpo. Finalmente me dejaron salir con él en la fotografía. Esto me permite que un aeropuerto nadie puede obligarme a "sacarme" mi ojo cibernético, ni tengo que dar explicaciones".
Hace tres años creó la Fundación Ciborg cuyo objetivo "es ayudar a otras personas a extender sus sentidos introduciendo tecnología en el cuerpo, defender los derechos de las personas que quieren usar la tecnología como parte del cuerpo y también promover el ciborgismo como movimiento artístico y social".
Lo que no está tan claro son las implicaciones éticas que tiene el convertirse en un ciborg más allá de un fin de tipo médico o terapeútico. Las operaciones médicas para implantar este tipo de dispositivo en centros hospitalarios han de ser aprobadas por un Comité de Bioética, como explica el propio arista, "primero me convocaron para ver si yo estaba bien de la cabeza. Tienen que constatar que la persona está mentalmente bien. El hecho de que yo pueda seguir extendiendo mis sentidos me permite percibir los colores mejor que los demás. Potenciar mis oídos, escuchar debajo del agua...son temas que les preocupa más que nada". Su próxima operación ha sido aprobada pero está pendiente de evaluación del diseño e implantación de una antena en un ser humano. El coste, por ahora elevado, corre por cuenta suya.
Y aclara ante las preguntas relacionadas con el uso de la tecnología que se está desarrollando desde su fundación , "nuestro objetivo no es reparar sentidos sino ayudar a cualquier persona que quiera extender sus capacidades sensoriales. Hay muchísimos ciegos que no quieren extender su sentido de la visión y hay personas que ven estupendamente y sí quieren ampliar esta visión. Aceptamos personas de todo tipo. Son sentidos que no veo extrahumanos, que ya existen en la naturaleza, que nos inspiran otros animales. El hecho de que yo perciba el ultravioleta no es nada nuevo. Hay muchos insectos y pájaros que pueden percibir el ultravioleta, lo único es que ahora lo podemos incorporar en nuestro cuerpo".
Sonar bien vestido y escuchar un buen cuadro.
Neil Harrison ha ido más allá de las aplicaciones médicas de su ojo cibernético y ha desarrollado una intensa y activa faceta artística basada en su capacidad de otorgar sonido a las cosas a lo que se suma una visión comercial para explotarla. "Mi vida ha cambiado. Desde que escucho el color, una de las grandes cosas es que antes me vestía de forma que se viera bien y ahora me visto de forma que suene bien. Puedo vestirme de Do Mayor, Fa Mayor, Re Menor...Ahora estamos creando una colección de moda para que la gente pueda vestir de su canción preferida".
En Granada presenta, por primera vez, una corbata sonocromática. La disposición de sus colores corresponde a una canción electrónica de un compositor escocés que se llama Seba Bodega. Cuando la pasa por su ojo cibernético suena música electrónica. (En el siguiente vídeo podéis ver la traducción en colores de esta pieza musical)
Entre los efectos secundario está que pasó a escuchar los sonidos reales también como colores y esto le hizo aplicar esta capacidad a los aspectos más cotidianos de su vida. "Según el orden en que ponga la comida puede sonar de una manera u otra. Mi percepción de un supermercado es como ir a una discoteca porque cada producto es una nota. Es música electrónica gratis. Los museos también se han convertido en música. Puedo ir al museo Picasso y escuchar a los pintores. Todos se han convertido en compositores. Puedo ver algunos cuadros cómo suenan"
Entre sus propuestas artísticas está poner color a composiciones como "Las cuatro estaciones" de Vivaldi o ver cómo suena Mozart o Justin Bieber... Ha puesto color al discurso de Martin Luther King y a Hitler. Cada sílaba que se emite tiene una frecuencia y ésta equivale a un color."Hitler es extremadamente multicolor porque usaba muchas más frecuencias cuando hablaba que otras personas". El himno de España es una paleta variada de colores y cada ciudad tiene un color dominante. Madrid es terracota y Londrés es muy roja.
Literalmente puede decirle a alguien que "tu cara me suena" ya que puede poner sonido a los rostros. "Hago retratos. En vez de dibujar los ojos, la nariz y la boca apunto las notas específicas de cada cara y entonces creo un retrato. Lo hago de caras conocidas como Tápies, Woody Allen...El Príncipe Carlos de Inglaterra es una de las primeras caras que escuché. Le suena mucho porque tiene mucho color; tiene los ojos turquesas, las cejas que suenan diferentes al pelo...Al detectar tantas caras me di cuenta que todos somos del mismo color, los blancos no somos blancos, ni los negros son negros sino que todos tenemos el mismo tono. Son tonos naranjas que varían de muy claro a muy oscuro. Nunca hay blanco ni negro".
Para el primer ciborg del mundo estamos en un siglo donde vamos a ver tres mutaciones básicas en la evolución de los seres humanos, la incorporación de elementos mecánicos, de elementos electrónicos y de elementos cibernéticos como parte del cuerpo. Él ha sido, oficialmente el primero, lo que está claro es que no será el último.