ALIMENTOS FUNCIONALES, DEL LABORATORIO A LA DESPENSA
Luz Rodríguez El Centro de Investigación y Desarrollo del Alimento Funcional (CIDAF), ubicado en Granada, comenzó su andadura hace más un año con el objetivo de contribuir a la mejora de las condiciones de salud a través de nutrientes, presentes en los alimentos, con propiedades beneficiosas para el organismo. Se acaba de constituir la Fundación que da soporte al centro, formada por la Consejería de Agricultura, la Universidad de Granada y cinco empresas. El CIDAF cuenta con laboratorios dotados de tecnología avanzada para la identificación y caracterización de ingredientes bioactivos y con una planta de producción y envasado de alimentos funcionales. Empresas agroalimentarias, químicas y farmacéuticas, serán sus principales destinatarios.
Muchos de los alimentos que se consumen hoy en día, tienen nombre y apellido. A los productos tradicionales como la leche, el pan o los zumos hay que añadirles una nueva denominación, la de “producto enriquecido”. Todos ellos forman parte de una nueva categoría, la de los alimentos funcionales y desempeñan una importante labor, la de proporcionarle al organismo toda una gama de compuestos bioactivos, que repercuten en la salud y en el estado físico y mental de quienes los ingieren. Para investigar y desarrollar este tipo de productos, se creó, a finales de 2010, el Centro de Investigación y Desarrollo del Alimento Funcional (CIDAF), centro tecnológico de carácter mixto y titularidad compartida entre la Universidad de Granada, la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía y la Fundación del Parque Tecnológico de la Salud de Granada
La denominación de “Alimentos Funcionales” surgió en Japón en la década de los 80 para referirse a un nuevo tipo de alimentos caracterizados por poseer compuestos, conocidos generalmente con el nombre de “Compuestos Bioactivos”, con beneficios para la salud, más allá de los efectos nutricionales, de los cuales se tienen evidencias científicas sólidas. Para su director, el catedrático de Química Analítica de la Universidad de Granada, Alberto Fernández, “es comprensible que la posibilidad de prevenir enfermedades mediante la alimentación sea objeto de gran interés para la población y que la industria alimentaria vea en ello una buena oportunidad de desarrollo”.
Entre los objetivos de este centro de innovación está el diseño y aplicación de soluciones biotecnológicas que atiendan a nuevas demandas del mercado de los alimentos funcionales, los suplementos dietéticos, alimentos enriquecidos y dietas para grupos especiales de pacientes. La finalidad del Centro de Desarrollo Farmacéutico y Alimentario es la transferencia tecnológica desde grupos de investigación y la implicación de los equipos investigadores en programas que respondan a las necesidades de la industria del sector.
Para desarrollar, elaborar y comercializar este tipo de productos es necesario llevar a cabo una importante tarea investigadora donde el papel de los expertos es fundamental, como explica Alberto Fernández, “un diseño riguroso de alimentos funcionales requiere conocer a nivel molecular los mecanismos de la actividad biológica de sus componentes, las bases de las enfermedades a las que se dirigen. Esto no sería posible sin una rigurosa caracterización de todos los componentes presentes en los extractos que, bien como aditivos o bien como componente principal, son la base de actividad funcional del alimento”.
Para que un compuesto bioactivo sea efectivo hay que tomarlo en la dosis adecuada. Para eso es necesario realizar pruebas ya que, a veces, lo fundamental no es ingerir un determinado tipo de compuesto, sino hacerlo en una proporción adecuada. Esta rigurosidad es fundamental ya que, como apunta este experto en química alimentaria, “no puede decirse que, hasta el momento, el fenómeno de los alimentos funcionales haya aportado los beneficios deseados. Con frecuencia se encuentran en el mercado alimentario productos sin actividad suficientemente acreditada, que están generando desconfianza en los consumidores. Un estudio realizado por la consultora A.C. Nielsen en 2006 pone de manifiesto que los consumidores que no consumen alimentos funcionales, no lo hacen porque tienen dudas sobre los beneficios para la salud atribuidos a estos alimentos”.
Desarrollo de la industria agrícola
La actividad investigadora del centro ha dado sus primeros frutos. En su año de vida se han presentado una veintena de publicaciones científicas internacionales derivadas de algunos de los proyectos de investigación que, actualmente, se están desarrollando en el centro y que están relacionados con el sector del aceite de oliva entre otros.
Precisamente, éste es uno de los objetivos del CIDAF: el desarrollo de la agroindustria andaluza. Los beneficios para la salud de productos como la leche y sus derivados, el tomate o el aceite son de sobra conocidos entre los consumidores, en el CIDAF, además, se caracterizan sus ingredientes bioactivos con el fin desarrollar alimentos que ofrezcan un mayor valor añadido tanto para los productores como para los consumidores. De ahí que la Consejería de Agricultura, la Universidad de Granada y la Fundación Parque Tecnológico de la Salud hayan impulsado, a través de un convenio, la puesta en marcha de este centro dedicado a la investigación y desarrollo del alimento funcional.
Para poder alcanzar sus objetivos, el CIDAF, cuenta con unas instalaciones de vanguardia, situadas en el Parque Tecnológico de la Salud, como declara el Prof. Alberto Fernandez, “el centro está equipado con laboratorios dotados de la más avanzada tecnología separativa disponible para la identificación y caracterización de ingredientes bioactivos y su biodisponibilidad así como de una planta piloto de producción y envasado de alimentos funcionales y nutraceuticos que se encuentra en fase de construcción”.